Traducción de Pedro Sánchez para Alameda 39.4
Poeta, activista medioambiental, educador, profesor de escritura creativa, antropólogo y mucho más. Nacido en California en 1930, se crió en pequeñas granjas del noroeste de Norteamérica. Desde muy joven se sintió fascinado por la cultura de los indios americanos, su vida tribal y su armoniosa relación con la naturaleza, en su juventud se hizo experto montañero y en técnicas de supervivencia, desempeñando diversos empleos relacionados con la vida en el bosque y en zonas montañosas. Estudió antropología y como contraste o complemento a su pasión por la naturaleza en estado salvaje, se interesó por las culturas y espiritualidad orientales, la meditación, el budismo Zen, los haikus japoneses o la pintura china, que el considera antídotos contra las “enfermedades” de Occidente. A mediados de los años 50 estudia japonés y chino en la Universidad de California, en San Francisco, donde comienza a publicar su poesía y a relacionarse con los máximos exponentes de la cultura Beat; Allen Ginsberg, Jack Kerouac y Lawrence Ferlinghetti. Los años siguientes los pasó viajando por el mundo, especialmente por Asia, embarcado en diversas aventuras y proyectos culturales, sociales y literarios. La poesía de Snyder es de línea clara y sencilla, en verso libre, con influencias de las obras de Whitman, Ezra Pound, la poesía oriental y la tradición oral. Su poesía habla de la vida cotidiana y el orden social, tejidos con sus experiencias de dimensión mística y religiosa, a la vez que enfoca sus versos sobre el poder de la Naturaleza, con un alto grado de conciencia ecológica y medioambiental. Ganador del prestigioso premio Pulitzer a mediados de los años setenta, con su obra Turtle Island, y del premio Bollingen a finales de los noventa, sigue en activo como activista y ensayista, publicando lúcidos poemas y ensayos como La práctica de lo salvaje y La mente salvaje (2016).
CANCIÓN DEL GUSTO
Comer las vivas perlas de hierba
Comer huevos de grandes pájaros
la carnosa dulzura apiñada
en torno al semen de árboles que se mecen
los músculos de los costados y las patas
de vacas de voz suave
el brinco en el salto del cordero
el latigazo de la cola del buey
Comer raíces que engordan
bajo tierra
Invocar la vida en los vivaces
puntos de luz que giran encerrados
en el espacio
escondido en la uva
Comer cada uno la semilla del otro
comernos
ah, el uno al otro
Besar a tu amante en la boca de pan:
labio a labio
PARA LOS HIJOS
Las crecientes colinas, laderas,
de estadísticas
ante nosotros,
la empinada subida
de todo, arriba,
más arriba, mientras todos
vamos hacia abajo.
En el próximo siglo,
o en el siguiente a ese,
dicen,
habrá valles, pastos
donde poder reunirnos en paz
si lo conseguimos.
Para escalar las futuras crestas
una palabra para ti,
para ti y para tus hijos:
permaneced juntos
conoced las flores
id hacia la luz
SÓLO UNA VEZ
casi en el ecuador
casi en el equinoccio
exactamente a medianoche
desde un barco
la luna
llena
en el centro del cielo.
KIOTO: MARZO
Unos cuantos copos leves
caen en el débil sol;
los pájaros cantan en el frío,
un avetoro junto al muro. Los brotes
de ciruela prietos y helados germinarán pronto.
La luna comienza su primer cuarto,
una borrosa rodaja al oeste
en el ocaso. Júpiter a medio camino,
arriba al final de la meditación
nocturna. El grito de la paloma
vibra como un arco.
Al amanecer la cima
del monte Hiei se cubrió
de polvo blanco; en el aire claro
los pliegues de las verdes colinas
que se hunden alrededor de la ciudad
son cortantes, respirar duele. Bajo los tejados
los amantes se alejan, de la cálida maraña
de suaves cuerpos bajo la colcha
y rompen el agua helada para la cara
y despiertan y alimentan a los hijos
y a los nietos que adoran.
CAMBIO DE PAÑALES
!Parece tan inteligente¡
boca arriba
sus dos pies agarrados por mi mano
sus ojos de un lado a otro,
sobre un póster gigante de Jerónimo
con un rifle de repetición Sharp sobre las rodillas.
Abro, limpio, él ni lo nota,
ni yo tampoco.
Piernas y rodillas de bebé
los dedos de los pies como guisantes
pequeños pliegues, para comérselos,
ojos brillantes, relucientes orejas
el pecho inflado al tomar aire.
No te preocupes, amiguito
tú y yo y Jerónimo
somos hombres.
ESTÁN LOS QUE LES GUSTA ENSUCIARSE
Están los que les gusta ensuciarse
y arreglar cosas.
Esos beben café al amanecer,
cerveza después del trabajo.
Y aquellos que se mantienen limpios
y lo observan todo,
para desayunar toman leche
y zumo por la noche.
Están los que hacen ambas cosas.
Esos beben té.
Sumisión anónima.