miércoles, 27 de octubre de 2021

Prólogo La noche y las máscaras, María do Sameiro Barroso



PREFACIO




Hay una poesía del día y una poesía de la noche. La obra de Maria do Sameiro Barroso forma parte, sin duda, de esos universos poéticos en los que la noche es paisaje y recurso permanente. Los poemas de este libro se encuentran en ese límite siempre mal definido entre la herencia literaria y filosófica del romanticismo y la estética engañosa de los movimientos finiseculares, especialmente, el simbolismo. Esto no quiere decir que sea una poesía caduca o superada; por el contrario, estos textos están muy impregnados por las diversas voces que más se difundieron durante todo el siglo XX, y no solo las occidentales, puesto que gran parte de lo que se lee aquí evoca experiencias poéticas menos comunes, a saber, la poesía clásica persa y árabe, algo de la poesía hindú e incluso, hay destellos de imágenes bíblicas, en particular, del erotismo suave y fuertemente espiritual del Cantar de los Cantares. La gama de referencias intertextuales es, por tanto, muy amplia y no debe subestimarse la presencia en este, como en algunos otros libros de la  autora, de fuertes marcas de la cultura alemana, en lo que, con cierta libertad de expresión, podría llamarse " sinfonismo " poético de este libro. Se trata de una escritura compacta, rica en sugerencias metafóricas, de acordes que dan cuenta de armonías ocultas, atravesadas por frases melódicas, que llevan aquí y allá disonancias. Y el lenguaje que uso no es exagerado, en un libro esencialmente musical y dominado por la magia de quienes desean erigir y poseer la fuerza de los mitos, en un registro muy personal. En los poemas en prosa de A Noite e as Máscaras hay misterio y coherencia al mismo tiempo, ya que todo lo misterioso aparece en un cierre total, a diferencia del enigma, que se nutre de lo meramente fragmentario. La naturaleza y el espíritu son los rasgos de este libro, pero la naturaleza que encontramos aquí, (se nombran decenas de plantas y flores, así como árboles y piedras, elenco con el que trata de delimitar el espectro de emociones y sentimientos humanos, e incluso establecer su propio marco de pensamiento poético) es altamente simbólico, multiplicando las claves de acceso a este universo personal basado en la nostalgia ilimitada de los fundamentos de la realidad, de lo que nos une a todas las cosas, es decir, el espíritu. No es, por tanto, en modo alguno, la naturaleza vista desde la perspectiva de la tradición naturalista, sino más bien desde una óptica subjetiva que condiciona la expresión poética, transformando el paisaje en algo que es, por encima de todo, un proceso retórico. La autora viaja con frecuencia por la literatura y la cultura alemanas, como ya he mencionado (algo que confirman los epígrafes de algunos de estos poemas), lo que conduce a encontrar similitudes con el pensamiento de Schelling en su forma poética de concebir la naturaleza, especialmente en lo que respecta a obras como Von der Weltseele, que enfatiza precisamente la identidad de la naturaleza y el espíritu. Al principio hablé de influencias románticas y lo hice principalmente apoyado en la dimensión filosófica del tema de la noche, que aquí adquiere esa palidez trascendente que recuerda a Hölderlin y, sobre todo, al Novalis de los Nachthymnen que, en cuanto a la importancia de la noche, se aleja de Schelling, que valoraba sobre todo la energía solar, como tema simbólico y filosófico. La Noche Romántica es el absoluto, metáfora del Uno, con su opacidad y espesor misterioso, a la vez inmanencia y trascendencia, que vive precisamente de la duplicidad y la indeterminación. La noche es en este libro de Maria do Sameiro Barroso, tierra de recogimiento a la que solo el lenguaje da acceso. La escritura de estos poemas se desborda en su ardor insatisfecho, en su búsqueda, que refleja variedad cuando quiere responder a la inmensidad del Todo y que tiene una idea subyacente de la noche como retorno al tiempo inicial en el que el mundo estaba por suceder, donde todo era posible, muy de manifiesto en la frase "Y vuelvo a la vieja y pura noche de la nada". El vocabulario predominante en el libro transmite, por un lado, una sensible inclinación por la luz, savia, vida cíclica y por otro lado, se extiende por el campo del sueño, es decir, por algo que florece y protege, teniendo como contrapunto el campo de la sepultura y lo petrificado. Entre estos dos mundos brilla el cuerpo como un rayo: hijo de la noche que anuncia el amanecer, es la fuerza que transporta la promesa. La noche arraiga pero, al mismo tiempo, tiene una función catártica, liberadora, un espacio místico por excelencia que nos acerca al arcano atemporal, origen y significado de todo, como en S. Juan de la Cruz. En el conjunto de partes que introduce el ya lejano libro de Maria do Sameiro Barroso, titulado Mnemósine, encontramos un fragmento de Mircea Eliade que refuerza esta idea, que surge como una declaración de intenciones, un programa de construcción, de poiesis en el amplio y sentido original de la palabra:«El pasado así desenredado es más que el antecedente del presente: es su fuente. Remontándose a ella, el recuerdo no busca situar los acontecimientos en un marco temporal, sino llegar a lo más profundo del ser ». ¿Y no es, después de todo, este trasfondo de ser el significado último lo que, más allá de los significados con los que se cruza nuestra existencia, la poesía siempre ha buscado de tantas formas diferentes? A Noite e as Máscaras es un libro de gran coherencia, compuesto por un conjunto de poemas en prosa, atravesados ​​por líneas maestras que, creando sus ritmos más profundos, aseguran su unidad. No es un conjunto de fragmentos que se basen en la inconclusión y la dispersión: más bien, estos poemas se funden en un todo, como afluentes de diferentes orígenes que espesan el flujo en un solo curso rumbo a un solo horizonte. Cada afluente es una especie de memoria cristalizada, producto de las transfiguraciones que en él opera el propio lenguaje y que arrastra la fuerza del texto en su empeño por llegar a la inmensidad del mar del espíritu: «Los recuerdos son planetas aislados en el misterio de su música », leemos en el poema« Esfinges ». Los poemas en prosa, que aquí se presentan, son los rostros de una búsqueda interminable y decidida. Buscan tomar el aliento de algo que el mundo da y esconde al mismo tiempo, una realidad que juega al escondite con la ansiedad humana; su estilo es una música de sugerencias donde «Llega un aliento más fuerte (…) de la mano de las palabras», como leemos en el poema «Respirar». En algunos poemas ("Noches blancas", "Penélope" y otros) hay vagas sugerencias narrativas, como si las estrellas fugaces se desgarraran del cielo del texto en un breve vértigo, vagos impulsos de ficciones, un confabular que nunca cae en la tentación diegética, a diferencia de lo que ocurre con los poemas en prosa de Aloysius Bertrand o Baudelaire. Estos breves, casi imperceptibles bocetos no son más que una tensión entre sueño y realidad, entre el pasado revuelto por el sentimiento y el pensamiento y un presente siempre cautivado por las mil flores del momento, recordando la atmósfera otoñal de los poemas en prosa de Verlaine o Stefan George, y queriendo invocar una ausencia que cree es reflejada en la presencia de lo que nos rodea, pero que la mirada poseída por el diablo de la costumbre no puede ver, como cuando nos miramos en un espejo, buscando en la imagen reflejada lo que el original no nos deja ver. También en ese aspecto, encuentro en estos poemas algo de la maravillosa indeterminación que caracteriza el lenguaje de ciertas historias, aunque desprovisto de la trama fabulista que las caracteriza y reducido solo a un ambiente en el que los elementos naturales adquieren un brillo inquietante que, en cierto modo, los convoca como testigos o agentes del cruce y del descubrimiento que pretende poner en marcha. En este pasaje se confunde el sujeto lírico con las imágenes que crea el texto, constituidas por sus máscaras.

Se trata de una poesía que otorga a los sentidos una amplia proyección espiritual que busca captar las correspondencias sutiles en las cosas, a través de dispositivos cinestésicos ("Solo el viento se escuchó como una caricia de marfil blanco"), otorgando a los datos inmediatos de la conciencia el valor de las señales de una verdad remota o, por usar una hermosa frase de uno de los poemas, dándoles una “luz pura que aún no ha cristalizado en forma de cosas tangibles”. Poesía y prosa se funden en estos textos en los que la música es un atractivo de la poesía, cumpliendo uno de los propósitos originales del poema en prosa romántica. Como si la prosa del mundo se sublimase, se decantase, se evaporase en raros sonidos que presentan el misterio de la vida como una ofrenda. El amor atraviesa estos poemas como una sombra, una irrealidad que nunca se asentará y que, como cualquier otra forma de belleza, tendrá una vida fugaz. Su objeto es algo indefinido, el vacío que convoca los ejercicios del deseo. Hay, pues, un tú impreciso que sustenta estos enunciados veloces que parecen despeñarse en los abismos del sentido, en una libertad que a veces evoca los vuelos de la escritura automática. Cada poema es una máscara, una imagen tomada del lento fluir de una tristeza que sabe reinventar la realidad, un fingimiento escenificado por la esencia de las palabras que se presentan como un rostro que «absorbe nuestra savia y nos imprime sus contornos».


José Manuel de Vasconcelos



( Trad. Gema Estudillo )


sábado, 2 de octubre de 2021

HACIA CARCASSONNE, Juan Arabia.



Hacia Carcassonne (Pre-textos, 2021) | Juan Arabia | 2021 | 38 págs | 12 euros


GEMA ESTUDILLO | Al leer este poemario uno se pregunta qué mueve a un poeta como Juan Arabia ( Buenos Aires, 1983) a escribir un libro como Hacia Carcassonne. Arabia transita desde hace alguna década por las redes sociales con su blog Buenos Aires Poetry. Acudir a ver cuál es su post del día es algo, que en mí se ha convertido en costumbre, como en otro tiempo abría el periódico local por la página de sucesos. Acudo siempre, no tanto para conocer, como para recordar a muchos de los poetas irreverentes que pueblan los márgenes del canon: algún poema sobre Rimbaud, un texto sobre Diana di Prima, Anne Sexton, ruth weiss, Nicanor Parra, Bolaño o Ezra Pound, entre otros.

Hacia Carcasonne ( Pre-textos, 2021 ) es fundamentalmente un breve poemario de viaje surgido de una experiencia personal, pero no es sólo eso. Aunque muchos de sus poemas habían sido publicados con anterioridad en su blog, es en el libro donde forman unidad y donde Arabia recupera y reivindica con fuerza la figura de Ezra Pound y, por ende, de un puñado de geniales trovadores que se echaron a los caminos en el siglo XII, en los albores del humanismo. Si volvemos a la pregunta inicial, ¿por qué alguien interesado en la poesía escrita en los márgenes, incluso en la antipoesía, escribe un libro que apela a la lírica tradicional?, para responder a esta pregunta debemos tener en cuenta una diferencia fundamental, la que había entre el poeta de corte, el rapsoda y el trovador. A diferencia de los otros dos, en el trovador se daban dos requisitos indispensables: la música y el caminar. El trovador era aquella figura que había elegido consagrar su vida a caminar, a veces sin rumbo fijo, y componer poemas – orales en la mayoría de los casos – para entregárselos al pueblo ( “desgastando las suelas”, “ junto al pan que mojaban los trovadores/ con la cerveza del pueblo”, “mucho antes de que otros poetas/ invadieran el cerco con canciones/ tontas y estancadas”)

A diferencia del ejército de poetas populares anónimos o de los juglares que creaban canciones y coplillas populares, el trovador es conocedor de una técnica y conocedor del valor de las palabras. Su trovar “ tiene artificio” y lo pone al servicio del pueblo, unos con palabras sencillas que el pueblo entiende (cantar leu o ligero: “ recordando cómo el trovar/ no era cosa sólo de afinar los oídos/ sino de dar de probar al gentío/ el gusto y betún de las suelas”); otros más herméticos que buscaban captar matices y una gran variedad de significados (cantar clus: “hermética y cerrada está la tierra/ donde las uvas mueran bajo el sol”);  e incluso, algunos más estetas tenían como objetivo primordial la orfebrería lingüística (cantar ric o el trovar inverso ) con el fin de llegar a “ imitar el sonido de los pájaros”. Por ello, el trovador se echa a los caminos, anda miles de kilómetros, come y duerme mal en cualquier lugar, se arriesga a ser atacado, vilipendiado y soporta el sudor, el hambre, las llagas y el frío porque siente que el camino forma parte del trovar y no hay trovar sin camino:

“ El trovador mojaba su pan/ en todas las fuentes, en tabernas ocultas/ bebía de ese otro campo,/ sustancial como el excremento de un rey “

A lo largo de todo el poemario se rinde homenaje a trovadores como Montcorbier, Giraut de Bornelh,Peire d´Alvernha, citado en la Divina comediapor DanteRaimbaut d´Aurenga, Marcabrú… pero también a otros inconformistas más cercanos en el tiempo como William Michael Rosetti, Hart Crane o el propio Pound, de quien toma el título. Pound abandonó toda su obra para dedicarse a estudiar la figura del bufón en Lope de Vega para lo que tuvo que remontarse a la poesía provenzal. El primer verso que abre el poemario,“ Hacia Carcassonne, dijo el jefe,/captando el sentido de lo distinto/ mucho antes de que otros poetas estuvieran allí”, es una llamada a la vuelta a las raíces de la lírica tradicional europea.“ En las instituciones granjean los falsos poetas”, refiere Pound. “Todos los falsos tienen un lugar reservado,/ el verdadero amor lo ha prometido,/ en el reino del dolor y la desesperación” , recuerda en Arabia la profecía de Marcabrú.

No es raro así, que alguien que ama el verso libre, la pausa versal y la literatura contestataria, incluya también sextinas en su poemario para remontarse a esa lírica primitiva:

“ Estos bardos que imitan a los pájaros

silvestres, siempre olvidan que las jaulas

cercan los aires más puros, la tierra

se seca, y así la flor debe cantar

y restringir su luz, donde maleza

bailan hacia el unísono del sol”.

Tradición, poesía , paisaje y modernidad se conjugan en el espacio de este poemario en un viaje por el sur de Francia en busca de las raíces de la lírica. Como Pound, Arabia sentencia “ Mi modesto trabajo/ consistía en decir la verdad, conciliar ritmos,/ imitar a los pájaros”.

Con la poesía se puede jugar con formas y sonidos de manera magistral hasta alcanzar la elevación estética e incluso mística. No es de extrañar de Dante, Petrarca. T.S Eliot, William Blake, Allen Ginsberg o Ezra Pound se sintieran atraídos por la lírica trovadoresca.

¿ Qué mueve a un poeta como Juan Arabia a echar a andar y bucear en la lírica primitiva de corte provenzal? Lo mismo que mueve a dos jóvenes a viajar de Nueva York a México, sin dinero, en un Cadillac desvencijado para escribir un libro o a un cantautor consagrado a recorrer la costa este americana para dar conciertos en polideportivos improvisados de pueblos remotos: “ desgastar las suelas/ junto al pan que mojaban los trovadores/ con la cerveza del pueblo”.


Reseña publicada en la revista de crítica literaria Estado Crítico.


martes, 3 de agosto de 2021

De lo que pudo haber acontecer y de lo que no aconteció.

“Mi madre se presentó en el cuartel” era la frase que se había quedado colgada en mi cabeza tras ver el vídeo en el que la hija de María Silva relataba el último día en que la vieron con vida. “ Mi madre se presentó en el cuartel”. Indudablemente, para quienes conocemos la historia de los sucesos, esta frase de siete palabras encerraba mucha más carga semántica de la que aparentaba. María Silva sabía que iba a morir, conocía las caras de los que serían sus asesinos. Sabía que iban a por ella, que era una venganza por haber podido escapar de la choza. Sabía, porque en su corazón y sus entrañas quedaron impregnados para siempre el olor grasiento y pegajoso de la carne humana carbonizada, que no pararían hasta encontrarla. Sabía, porque en sus oídos quedaron grabados para siempre los gritos de dolor y terror, que si ella no se presentaba, vendrían a su casa a buscarla. Quiso, por amor a sus hijos, evitarles aquella imagen que nunca más olvidarían. Incluso sabía, que si era necesario, volvería a arder su casa con todos dentro y que, si una vez escapó, esta vez no lo lograría. Así que, cuando conoció la noticia de que todas aquellas personas que habían participado en los sucesos, tres años atrás, debían personarse en el cuartel de la Guardia Civil en el plazo de cuarenta y ocho horas, sabía perfectamente que aquella sería su sentencia de muerte. Y yo, que había oído la historia mil veces a lo largo de toda mi vida, no podía dejar de pensar en cómo habrían sido las últimas horas de vida de María Silva, en su corazón desbocado al pensar que sólo tenía dos días para dejar muchas cosas planteadas, en la incertidumbre, en el insomnio, en el dolor por el pasado y el presente, en el tiempo que apremiaba, en las horas y los minutos que se sucedían de forma vertiginosa, en su deambular por la casa observándolos a todos mientras dormían. No habría cogido nada. No se habría dilatado en la despedida. Habría querido que su hijo pensara que volvería pronto y, de todos modos, sabría que tampoco lo necesitaría. Simplemente habría cogido su pequeña bolsa de tela, se habría colocado el mandil limpio que usaba para salir de casa, habría mirado a su hijo sin que la vieran y habría espetado un: ¡bueno, voy a salir. Ahora vuelvo! Ya fuera, las pupilas de su marido se habrían clavado en los ojos húmedos y torturados de María.( ... )


jueves, 22 de julio de 2021

Río Main

Río Main. ( Alemania) Fahrradweg Freudenberg richtung Miltenberg.








Me rindo al silencio y a la soledad

como únicas vías de conocimiento.

Me entrego a ti, que me sanas y me cuidas.

Al resplandor cristalino de tu cielo.

Al silencio que es yo

y es otro. 

Méceme en tu canto,

acúname en el viento.

Benefíciate y extrae de mí, 

fuerza cósmica, uno versátil,

la pequeña porción de llama

que te pertenece.

 

lunes, 19 de julio de 2021

Hilde Domin, la poeta del regreso. Hans Georg Gadamer. Traducción




En 1971 y con motivo de la concesión del premio Droste a la poeta alemana Hilde Domin, el filósofo Hans Georg Gadamer escribió este discurso que sería recogido en 1982 en una antología de textos dedicados a la poeta. Hilde Domin, motivada por la ola antisemista que asolaba Europa, dejó su país en 1932 y , tras un largo peregrinar por diferentes países, entre ellos España y la República Dominicana, no se volvió a asentar en su país hasta 1959. Sus estudios, lecturas, relaciones personales y experiencias vividas a lo largo de este periplo marcaron para siempre su obra.




HILDE DOMIN, POETA DEL REGRESO

            

                                                                                                                Hans-Georg Gadamer

Traducción Gema Estudillo



¿ Para qué la lírica hoy? No es necesario plantear esta pregunta cuando el poema ha encontrado otros oídos. La concesión del premio Droste a Hilde Domin habla por sí sola. Se honra con él una obra poética que avala constantemente su propia respuesta a la inquietante pregunta ¿Para qué la lírica hoy?. Estos versos que ahora se encuentran recogidos en unos pequeños volúmenes de poesía ( y que van acompañados de obras en prosa y estudios estéticos literarios de la poeta) , tienen un tono inconfundible, un tono que respira como una exhalación.

Quien sostiene en la mano el primero de los pequeños volúmenes, descubre ya desde la portada, que estos poemas, con algunas excepciones, sólo pudieron ser creados tras su regreso a Alemania y son producto de una vida madurada a largo de un destino errante. Lo cual me parece simbólicamente un acierto. Hilde Domin es la poeta del regreso.

Pensemos en qué significa esto. No significa que su exilio personal y el regreso a casa buscara y encontrara aquí su representación en la palabra. Tampoco significa que el destino común de los alemanes, el cual nos desgarró, cuyas cicatrices dejaron heridas visibles y que provocó fisuras que no se pueden cerrar, se aborde aquí de un modo poético. Deben perdonarme, pero lo que constituye el valor poético de esta obra no es la de un tipo de poesía política, ni siquiera donde las huellas imborrables de los acontecimientos ,“el silencio” y  “el exilio”, el recuerdo de los años grises y el miedo renovado a la libertad, se manifiestan a simple vista. Tampoco cuando uno se da cuenta de que la exhalación de estos versos, que es tan ligera que casi se escapa, anima constantemente a creer en el regreso.

Todo eso está ahí y aún más. Regresar es algo más que el riesgo y el empeño de un ex-exiliado y el balance del destino vital sigue siendo algo más que la suma de las experiencias de la pérdida y la separación, extrañas y distantes, los desplazamientos, la amistad, el amor y cualquiera que sean las clases de experiencias que aquí se mencionen. Son poemas. Hablan de todos nosotros.Todos sabemos o tenemos que saber qué significa el regreso. Además de eso, los versos de Hilde Domin nos permiten comprender,desde una nueva perspectiva, qué es la poesía.Cualquiera que comprenda con ella qué es el regreso, sabe de repente que la poesía es siempre un retorno, el retorno al lenguaje. Aquí es donde reside el doble poder simbólico de su declaración poética.

¿Qué es regresar? Regresar no es sólo “estar-otra-vez-aquí”. El regreso es una doble despedida. Quien - tras una larga ausencia-  regresa, tiene que renunciar a algo que empezaba a ser. Consideremos la reflexión en estos versos. Dicen así:


Un ciervo aparece en el bosque,

y una pequeña iglesia en una colina

con un cementerio solitario

te saluda.

Consideras su saludo

como una invitación,

que un día

-aún sin saber cuándo-

quizás a uno le gustaría

aceptar.


Y con esto puedes decir

que tú

aquí un poco más

que en otros países

estás en casa.


Si uno comienza a sentirse así y se supone que debe dejarlo todo otra vez, vuelve a ser consciente de lo que una vez tuvo que dejar atrás. Por tanto, el regreso es un regalo ambiguo. Si a uno no le es devuelto aquello que había perdido, sino que sufre una nueva pérdida. ¿ Cuál es la ganancia? El regreso agasaja con el reconocimiento, pero al mismo tiempo asusta no reconocer.


Mis pies se asombraron

de que al lado sus pies caminaran

sin sorprenderse


No es sólo que todo lo demás se haya vuelto diferente a lo que era, sino que, sobre todo, nosotros mismos nos hemos vuelto diferentes a quienes éramos. No hay vuelta atrás. Y de repente, lo sabes: aquello que parece ocurrirle sólo a los “sin hogar”


Hablas nuestro idioma

dicen en todas parte

con asombro.

Yo soy el extraño

que habla su idioma.


es en realidad lo que nos ocurre a todos. Seguimos desplazándonos y en todas partes hay asombro y ningún ápice de comprensión. Como es igual en todas partes, el regreso nunca es pura ganancia. Más aún: es una despedida - la tercera despedida. Porque ahora sólo hay de lo que despedirse, de una total separación, ya que en el regreso tampoco se trae ya nada de vuelta. Eso no quiere decir que regresar sea una decepción. Regresar es conocimiento. Ciertamente, todo conocimiento es una despedida. Pero lo que madura en la despedida es en sí mismo el conocimiento. Se gana una nueva distancia. El desánimo de la expectación se vuelve silencioso. Los objetivos ya no se persiguen de forma sistemática. Muchos se desvanecen como los sueños y el lugar al que uno llega es inesperado.Un poema, que a mí particularmente me encanta, dice algo que no sólo se aplica al viaje soñado.


Traidor viaje en barcaza


Pero el sueño es una barcaza

en la orilla equivocada.

Subes

por la pasarela de madera del ayer.

Estás invitado

a viajar sobre nubes rosas,

bajo nubes rosas,

como nubes.


Un soplo de aire,

eres tan ligero,

la barcaza tan a la deriva,

el agua tan cristalina.

Tan suavemente pierdes el rumbo:

sigues el camino hacia la pradera bajo la luz,

cuando la arena ya cruje bajo la quilla

a la sombra de los sauces.



Así el retorno se convierte en retiro. Porque, regreses de donde regreses, del exilio no puedes desprenderte.


Ineludible exilio

lo llevas contigo

te deslizas dentro

del sinuoso laberinto

dentro

en el desierto.


Uno yerra toda su vida en el desierto y sabe que el oasis fértil, en el que todo acabará felizmente, nunca llegará. Se reconoce a la poeta en uno de sus gestos más personales, cuando se lee:



Siempre la cabeza inclinada

frente a una voz

de la que ya sé

que nunca volveré

a escuchar.


Y sin embargo, eso se oye al escuchar “ Canciones de aliento” . ¿ de dónde les viene a los oyentes? Aquí la experiencia poética se eleva a la experiencia general que todos compartimos: la experiencia de la palabra. En primer lugar, ofrece la excelente y completa representación de la poesía.


Miedo

mío

nuestro

y sin embargo, cada letra.


Es así: para todos nosotros existe un abecedario fijo. La palabra se vale por sí misma, y sin embargo, cuánto riesgo hay en una palabra.


Por separado

una palabra flota

en el agua del tiempo

y gira

y se desgasta

o se hunde


La palabra que no se hunde es la que hace del poema un impresionante acierto que estremece. En él lo fugaz viene para quedarse y el viaje que emprende el aliento de la palabra llega a su destino.


Mi mano

busca agarrarse y encuentra

sólo una rosa como apoyo


Uno piensa en la flor de la boca, como llama Hölderlin a la lengua materna, la lengua de la poesía. Y entonces comprende por qué el poeta ocupa el lugar de todos nosotros. Para todos nosotros, la actitud del poeta hacia la lengua es regresar a la lengua, la despedida y el conocimiento al mismo tiempo. Por lo tanto, las palabras nunca son iguales. El poeta huye siempre de lo obvio. Del aliento del desaliento, que le produce el asombro en cualquier parte, nace el poema. Eso es un alejamiento de lo más extremo. ¿ Pero no es también una vuelta a todo lo común? No sólo es que el poeta será acogido por el idioma que todos hablan, sino que también, de alguna manera, le acompañamos en esa despedida y en el conocimiento. Así también, cuando nosotros mismos una y otra vez huimos de lo obvio, lo llamamos pensamiento; y al hecho de regresar convertido en otro, lo llamamos reconocimiento. Sólo cuando nosotros mismos vamos por ese camino, vamos también con el poeta.


Quién puede

arrojarse

al mundo

que el viento

atraviesa.


Quien puede hacerlo es el poema. La siguiente conjetura se torna permeable. Ya no es lo que se da por supuesto ni lo conocido.Y sin embargo,no es simplemente extraño, sino dudoso de una manera misteriosa. En los versos de Hilde Domin queda todavía algo de la presencia del niño.


Había una piedra,

una piedra gris,

en una colina en el campo.

“ Querida piedra”, le dije,

“tómame,

como si fueras una sillita baja

delante de la chimenea

en la que hay una olla de leche,

contigo quiero quedarme.


Desharé mis equipaje

y como un niño

que revuelve sus bolsillos

y sus canicas

y sus escarabajos aplastados

esparce en el suelo,

yo quiero los míos postrarte.


Ese “como” es más que una comparación. Uno se reconoce a sí mismo en aquello que ve en el niño, no sólo porque él también fue así, así tal cual, sino porque sigue siendo así todavía. El escarabajo aplastado, del que los mayores se ríen - ¿ no nos reímos de nosotros mismos? Eso que tenías que llevarte, porque no podías separarte de él, incluso cuando ya no es nada, el impulso que hay en cada uno de nosotros de esparcir todo lo que es de uno sigue siendo indestructible. Lo común a todos en un poema se construye a partir de todos nuestros aislamientos y percepciones. 


se encuentran

se entretejen

los mensajes

cada uno le habla al otro

filtra

palabras sin sentido

y se convierte

en la palabra.



La transformación en estructura es lo que debe ocurrir para que la palabra se convierta en garantía del objeto. En el equilibrio del sonido y el sentido y en la tensión entre el sonido y el sentido, en el que toda lengua se mueve buscando y encontrando, la poesía es el regalo supremo. Ya no hay distancia entre lo mío y lo de otro, ningún atisbo del exterior que nos haga temblar: en el poema, el lenguaje logra una gran familiaridad entre la palabra y el objeto.  


Palabra y cosa

yacen estrechamente la una con la otra,

el mismo calor corporal

hay en la cosa y la palabra.


Así que el retorno y la contemplación del lenguaje que realiza el poeta, no es sólo su propio regreso, en el que se encuentra de nuevo, porque lo ha perdido todo, es el regreso de todos a nosotros mismos donde nos encontramos.


Porque comemos pan

pero vivimos de fulgor.



( Artículo publicado en el núm. 451-452 de la revista Quimera. Año 2021 )