jueves, 29 de abril de 2021

GARY SNYDER. ALAMEDA 39.4

Traducción de Pedro Sánchez para Alameda 39.4

Poeta, activista medioambiental, educador, profesor de escritura creativa, antropólogo y mucho más. Nacido en California en 1930, se crió en pequeñas granjas del noroeste de Norteamérica. Desde muy joven se sintió fascinado por la cultura de los indios americanos, su vida tribal y su armoniosa relación con la naturaleza, en su juventud se hizo experto montañero y en técnicas de supervivencia, desempeñando diversos empleos relacionados con la vida en el bosque y en zonas montañosas. Estudió antropología y como contraste o complemento a su pasión por la naturaleza en estado salvaje, se interesó por las culturas y espiritualidad orientales, la meditación, el budismo Zen, los haikus japoneses o la pintura china, que el considera antídotos contra las “enfermedades” de Occidente. A mediados de los años 50 estudia japonés y chino en la Universidad de California, en San Francisco, donde comienza a publicar su poesía y a relacionarse con los máximos exponentes de la cultura Beat; Allen Ginsberg, Jack Kerouac y Lawrence Ferlinghetti. Los años siguientes los pasó viajando por el mundo, especialmente por Asia, embarcado en diversas aventuras y proyectos culturales, sociales y literarios. La poesía de Snyder es de línea clara y sencilla, en verso libre, con influencias de las obras de Whitman, Ezra Pound, la poesía oriental y la tradición oral. Su poesía habla de la vida cotidiana y el orden social, tejidos con sus experiencias de dimensión mística y religiosa, a la vez que enfoca sus versos sobre el poder de la Naturaleza, con un alto grado de conciencia ecológica y medioambiental. Ganador del prestigioso premio Pulitzer a mediados de los años setenta, con su obra Turtle Island, y del premio Bollingen a finales de los noventa, sigue en activo como activista y ensayista, publicando lúcidos poemas y ensayos como La práctica de lo salvaje y La mente salvaje (2016).


CANCIÓN DEL GUSTO

Comer las vivas perlas de hierba

Comer huevos de grandes pájaros

la carnosa dulzura apiñada

en torno al semen de árboles que se mecen

los músculos de los costados y las patas

de vacas de voz suave

el brinco en el salto del cordero

el latigazo de la cola del buey

Comer raíces que engordan

bajo tierra

Invocar la vida en los vivaces

puntos de luz que giran encerrados

en el espacio

escondido en la uva

Comer cada uno la semilla del otro

comernos

ah, el uno al otro

Besar a tu amante en la boca de pan:

labio a labio


PARA LOS HIJOS

Las crecientes colinas, laderas,

de estadísticas

ante nosotros,

la empinada subida

de todo, arriba,

más arriba, mientras todos

vamos hacia abajo.

En el próximo siglo,

o en el siguiente a ese,

dicen,

habrá valles, pastos

donde poder reunirnos en paz

si lo conseguimos.

Para escalar las futuras crestas

una palabra para ti,

para ti y para tus hijos:

permaneced juntos

conoced las flores

id hacia la luz


SÓLO UNA VEZ

casi en el ecuador

casi en el equinoccio

exactamente a medianoche

desde un barco

la luna

llena

en el centro del cielo.


KIOTO: MARZO

Unos cuantos copos leves

caen en el débil sol;

los pájaros cantan en el frío,

un avetoro junto al muro. Los brotes

de ciruela prietos y helados germinarán pronto.

La luna comienza su primer cuarto,

una borrosa rodaja al oeste

en el ocaso. Júpiter a medio camino,

arriba al final de la meditación

nocturna. El grito de la paloma

vibra como un arco.

Al amanecer la cima

del monte Hiei se cubrió

de polvo blanco; en el aire claro

los pliegues de las verdes colinas

que se hunden alrededor de la ciudad

son cortantes, respirar duele. Bajo los tejados

los amantes se alejan, de la cálida maraña

de suaves cuerpos bajo la colcha

y rompen el agua helada para la cara

y despiertan y alimentan a los hijos

y a los nietos que adoran.


CAMBIO DE PAÑALES

!Parece tan inteligente¡

boca arriba

sus dos pies agarrados por mi mano

sus ojos de un lado a otro,

sobre un póster gigante de Jerónimo

con un rifle de repetición Sharp sobre las rodillas.

Abro, limpio, él ni lo nota,

ni yo tampoco.

Piernas y rodillas de bebé

los dedos de los pies como guisantes

pequeños pliegues, para comérselos,

ojos brillantes, relucientes orejas

el pecho inflado al tomar aire.

No te preocupes, amiguito

tú y yo y Jerónimo

somos hombres.


ESTÁN LOS QUE LES GUSTA ENSUCIARSE

Están los que les gusta ensuciarse

y arreglar cosas.

Esos beben café al amanecer,

cerveza después del trabajo.

Y aquellos que se mantienen limpios

y lo observan todo,

para desayunar toman leche

y zumo por la noche.

Están los que hacen ambas cosas.

Esos beben té.

Sumisión anónima.