Reencuentro en Berlín
Berlín, en marzo. El primer viaje a Alemania,
desde que fui desterrada hace mil años.
Veo la ciudad de otra forma,
así con la guía en la mano.
El cielo es azul. Los
abetos escuchan en silencio.
En Steglitz, un pájaro me habló ayer
en Schlosspark. Él me reconoció.
¡Y de nuevo me despiertan los gorriones berlineses !
Me encanta ese tono marcado.
Los escucho cada mañana arañar mi ventana
en el Ku-dam en el jardín de la pensión,
Me pone contenta, como manda la antigua tradición,
justo como entonces estos gorriones
se empapaban de mi trabajo diario.
Ya está oscureciendo. Verde brota el cáñamo.
¡Hoy olía a primavera en Grunewald!
El primer pájaro carpintero toca la corteza de abedul.
Ahora silba el viento del este desde el último rincón.
Y todos me preguntan qué me parece Berlín
- ¿ que cómo lo encuentro? Oh, aún lo estoy buscando!
Busco violentamente entre las ruinas
la humanidad y la arquitectura de estuco.
Alguien dice en berlinés : „ ¡ buenas ! “,
entonces creo estar casi sobre la pista
pero de nuevo esa dureza en la cara ...
Berlín, ¿dónde te quedaste? Sí, ¿dónde estabas?
Camino por las calles en mi corazón,
donde a menudo no se encuentra nada, solo un letrero.
En mí, el extraño, perdura la vieja imagen
la ciudad que tantos miles olvidaron.
Deambulo como en un sueño
a través de este paisaje, tiempo y espacio.
Y no sé cómo
con la nostalgia de un tiempo perdido ...
Berlín en primavera. Y Berlín en la nieve.
Mi primer poemario en las librerías.
Los amigos del Café Románico.
¡Cuánto veo que ya no puedo ver!
¡Qué ruidosas piedras de "Pompeya" me hablan!
Ambos nos tragamos nuestra propia medicina,
Pompeya sin pompa. Bonjour, Berlín!
Mascha Kalèko
Traducción Gema Estudillo