No puedo dejar de mirar esta foto. "Refugiados españoles en el campo de Argelés se lavan en las frías aguas del mediterráneo. 19 de febrero de 1939. Archivo Agencia Efe" se lee en la leyenda que la acompaña. No puedo dejar de mirar la foto, como dije. La recorro una y otra vez de lado a lado y de arriba a abajo a modo de scanner. Miro cada detalle, la posición de las cabezas, los brazos y las piernas, los gestos, sus ropas, sus desnudeces , el lugar que ocupa cada uno de ellos en la foto, la arena, cada ola... En los últimos meses, el trabajo de traducción del libro " Cuando los árboles hablaban la lengua de las cigarras", de Manuelle Parra Perault, y otro proyecto en ciernes relacionado con el exilio español, me han hecho indagar en la situación de los desplazados por la guerra civil española. De todo el intere-"santísimo" material " incautado" esta foto es una de las que más me ha impactado. En ella vemos hombres, mujeres y niños desprovistos de todo, sin un techo en el que guarecerse. No tienen nada de nada y han sido despojados del más elemental de los derechos: el derecho a la intimidad. El derecho a lavarse, curarse sus heridas, hacer el amor o defecar en privado, lejos de los ojos de todos. El derecho a retirarse atragantados por su propia dignidad sin ser observados en lamentable trance. Cuentan que cavaban en la tierra y se tapaban con la arena para poder protegerse del frío de la noche o de las cuchillas afiladas del viento helado de febrero. Los cabellos anudados por la sal, el sol y el viento. Las quemaduras solares. La piel cuarteada y reseca. El corazón, piel de zapa curtido por el horror. Muchos de ellos enloquecieron, otros se suicidaron, otros lograron zarpar hacia un destino mejor. ¿ Qué habrá sido de todos ellos? De estos, los de la foto. La madre disimula, mira hacia otro lado y viste a su hija entre el grupo de hombres desnudos ¿intentando preservar su inocencia?. ¿ O acaso es el policía el que no aparta la vista de ellas para asegurarse de que no caigan en la tentación de mirar a los hombres y desacaten las normas de orden público, el pudor y el recato? No sé. La mujer y la niña no miran al mar, no miran a los hombres. El policía las mira a ellas como custodiándolas y los hombres se asean o se secan, aunque parecen controlar la escena del trío en modo "ojo avizor", probablemente, por si el policía se pasa. Tiene tantas lecturas. Hay tanta poesía en ella. El hombre desnudo frente al mar en 1939 o ayer. ¡Qué más da! Argelés, Lampedusa, Tarifa... El hombre, siempre desposeído, de cuna o tumba, frente al mar.
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