viernes, 1 de enero de 2021

Cuando los árboles hablaban la lengua de las cigarras, Manuelle Parra Serault

Cuando los árboles hablaban la lengua de las cigarras.

Ed. Garvm

Col. Garvm poesía

2020

Manuelle Parra Serault


                                                                                                                Gema Estudillo


Cuando los árboles hablaban la lengua de las cigarras es el primer poemario de Manuelle Parra Serault. Nacida cerca de Montpellier, hija del exilio español, poeta y grabadora, se define a sí misma como “ francoespañola que vive en la línea indecisa de una frontera mal cosida”. Activista cultural y organizadora de los encuentros poéticos de Voces de Extremo en Francia, Parra ha sabido buscar, profundizar y extraer de la experiencia vital que supuso el exilio español, en los campos de concentración franceses, la esencia poética del grito desgarrado de sus protagonistas. 

Como ella misma cuenta, su padre pasó por seis campos de concentración y de trabajo antes de callar para siempre y vivir de espaldas a sus raíces. El profundo dolor, la ausencia de memoria a lo largo de la mayor parte de su vida fue la que le impulsó a estudiar, investigar y crear dentro de la recuperación de la memoria histórica, porque “el hombre, memoria de las civilizaciones,/avanza con dificultad en los bordes del destino/hacia las luces que se apagan/ hacia las persianas que se cierran” .

La poesía de Manuelle Parra, de gran impronta plástica como sus grabados, no en vano ella reconoce que no sabe qué surge primero, si el poema o el grabado, ( “ simple boceto de un legado no consensuado./ Mi historia, la que llevo puesta/ grabada en las entrañas del corazón/ estampa de estos dolores amontonados/ de esta hambre jamás satisfecha…” ) se yergue sobre la conciencia social de los perdedores y entronca con la mejor literatura del exilio resultado de aquella experiencia: El caballo griego de Manuel Altolaguirre, Diario de Djelfa de Max Aub o Los días están contados de Gil-Albert. ( “ un cúmulo de separaciones/ hatillos a modo de bandera/las manos en los bolsillos para cruzar la frontera que no deja de extenderse/ este largo peregrinar transmitido en herencia por mis antepasados lejanos…” ). La denuncia, el miedo o la resistencia al olvido son temas frecuentes en muchos de sus poemas. Ya Aznar Soler en su artículo “ El campo de concentración francés como espacio escénico en la literatura dramática del exilio republicano español en 1939” analizó la importancia que tuvo para muchos de los intelectuales españoles el haber pasado por estos campos. Manuella Parra ha trabajado también y estudiado en esta línea las manifestaciones artísticas, fundamentalmente plásticas, que fueron capaz de llevar a cabo los hombres y mujeres que allí se encontraban internados. Para Parra, el hombre desposeído de todo, a veces de los más elementales enseres para el aseo o la nutrición, habiéndolo perdido todo, como bien explicó también Jorge Semprún en La escritura o la vida, se aferra a la palabra o al arte como última esperanza ( “ Cada ave en estas rejas/libera nuestros sueños./ Los pocos rayos de luz/reaniman nuestras vidas/ y las cenizas de la desgracia/se sepultarán por fin”).

Pero Manuelle Parra, concienciada también de los grandes males del presente, denuncia en sus poemas la tragedia de la inmigración en las costas europeas, los desastres medioambientales, el poder destructor del turismo de masas o “ la falta de transparencia/sobre la verdad de la guerra/asesinos invisibles/ a la conquista de los mercados/ y el dinero acumulado/ por los trabajadores de fábricas que moldean las armas definitivas/ que un día les harán llorar”. 

Poesía de la conciencia crítica como agua clara y transparente que Manuelle Parra, como quien recorre kilómetros en el tiempo para hacer una ofrenda guardada durante años, devuelve a su lugar de origen y la deposita en su cauce natural.

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